Piloto por un día de Arajet desde adentro Hace unos días tuve la oportunidad de participar en el programa que realiza la aerolínea Arajet con niños de escuelas. Este programa les brinda la oportunidad de subirse a un avión por primera vez y experimentar un recorrido por los lugares mágicos de una aerolínea, desde el área de mantenimiento hasta el área de operaciones. El día comenzó con la bienvenida del CEO y fundador de la aerolínea, Víctor Pacheco, quien, en un breve discurso, habló sobre la importancia de Arajet como aerolínea del país, destacando su papel en la generación de mayor conectividad. También compartió con los alumnos la inspiradora historia de su abuelo, quien, a pesar de ser una persona de bajos recursos, logró transformarse, gracias a su esfuerzo y dedicación, en alguien con una mentalidad completamente diferente.
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Luego, el recorrido continuó con una charla de los tripulantes y pilotos, quienes explicaron todo lo que implica su formación y la pasión por la labor que realizan. Hablaron sobre sus responsabilidades, que incluyen garantizar la seguridad de los pasajeros y de la aeronave. Posteriormente, iniciamos el recorrido mágico hacia el taller de mantenimiento, donde nos explicaron cómo se cuida cada pieza del avión, cómo se clasifican y realizan los procedimientos de mantenimiento. En mi caso, aprendí que una goma de la aeronave puede tardar hasta tres meses en ser reparada, ya que se envía a Estados Unidos para su revisión y aprobación.
Finalmente, llegó el momento más emocionante: nos trasladamos a la plataforma del Aeropuerto Internacional de Las Américas, en Santo Domingo, donde aterrizó el Boeing 737-8 MAX “Pico Duarte”, uno de los primeros aviones incorporados a la flota de Arajet. Cruzamos en fila desde el taller de mantenimiento hasta el avión, pasamos por el filtro de seguridad y subimos por la escalera mágica hacia la aeronave.
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Una vez a bordo, nos explicaron las medidas de seguridad y nos trasladamos a la cabina de mando, donde tuvimos la oportunidad de sentarnos en la silla del copiloto y experimentar lo que es estar al mando del avión (aclaro que fue en tierra, por las dudas). Sin duda, mi experiencia como “piloto por un día” me transportó a mi niñez, cuando visité un avión de Aerolíneas Argentinas en Ezeiza con mi colegio. Me sentí nuevamente como un niño, reviviendo la magia y el amor por la aviación. Gracias, Arajet, por inculcar en los jóvenes esta pasión por volar y darles la oportunidad de subir a un avión, aunque no despegue. Lo importante es que, desde ese avión, pueden despegar grandes sueños por la aviación, y quién sabe, tal vez en el futuro, algunos de estos niños formen parte del equipo de esta maravillosa aerolínea. ¡Gracias por este hermoso proyecto, “Piloto por un día”!
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